Y es que poner PUTA en el título me parece de mal gusto aunque la palaba PUTA te llena la boca y todos nos quedamos tan pancho al decir PUTA (el escribirlo no es tan guay). A lo que íbamos, me dirigía a por un menú de pura dieta mediterránea al mejor restaurante de mi categoría, el McDonalds de la calle Montera con Gran Vía. Aún me estoy descojonando por lo que ví...
Antes en antecedentes para los que no sean de Madrid o no conozcan la calle Montera. Situada en pleno centro de Madrid, calle comercial que une Gran Vía con la Puerta del Sol. Siempre hay putas disponibles, da igual a la hora que vayas. Da igual que pusieran una comisaria en la misma calle. Encima son como obreros al mirar una tía buena, echan piropos a los hombres, incluso se te agarran al brazo y te dicen lo que te podrían hacer a cambio de unas tarifas , la verdad, muy competitivas.
Dicho esto, la situación que viví a las 13:30 de un día de diario. "Que no soy puta, que no soy puta. Déjame en paz". A viva voz. Me doy la vuelta y era una chica de unos 16 años gritándole a un señor de unos 60 años. La verdad es que la chica llevaba unas pintas... yo también la hubiera confundido con una meretriz. El viejo insistió un poco más pero se marchó avergonzado con todas esas miradas de los transeuntes clavándose en él. ¿Y la chica? Tan normal.
¿Quién tiene la culpa de esto? La madre de esa chica. ¿Por qué? Porque las visten como putas!!!
Un consejo para ellas: nunca, nunca, nunca quedéis con alguien en Montera porque te podría pasar a ti porque yo cada vez que paso por ahí y veo a una chica parada pienso que es puta.
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