Este año mi pastel de cumpleaños fue improvisado y original: tres tostadas de patatera (algo así como una sobrasada extremeña, muy rica por cierto) con sus tres velas Ikea... Creo que ha sido la cosa más bizarra de toda mi vida y me encanta :D . Pero sé que van a pasarme más cosas extrañas, como esta mañana sin ir más lejos.
Hoy me ha tocado currar, por lo tanto he madrugado. Lo primero que me ha pasado nada más salir de casa ha sido encontrarme a la señora de la limpieza del edificio. Bueno, mejor dicho me he encontrado a sus dos tetas. Sí, la señora de la limpieza había terminado su turno y se estaba cambiando con la puerta abierta. Todas sus domingas al aire. Hubiese sido una buena experiencia a no ser que esta mujer tendrá sus cincuenta y muchos... He gritado con un "nooooooo!" que creo que he despertado a todo el edificio. O tenía dos opciones, echarme un chorrazo de lejía a los ojos o salir rápido del portal. He tomado la segunda opción aunque me he arrepentido. La primera hubiese sido más útil.
Rebobinamos mi día hacia delante ya que la mañana he estado currando y no ha pasado nada de interés. He salido a comer y volví a mi restaurante de comida mediterránea favorito, el McDonalds. ¿Os acordaís de un desvarío de un viejo que pensaba que una niña era una puta? Ver aquí Pues esta vez ha sido mucho mejor. En Montera no sólo hay putas, también hay chaperos. Pues he pasado justo al lado de un grupo de ellos. Pues un señor de unos 35 o 40 años, bien vestido se ha acercado a ellos y les ha dicho, textualmente y en alto: "¿Quién quiere que le rompa un poco el culito?". No me lo podía creer... ni yo ni el grupo de monjas y chicas jóvenes que estábamos cerca (es la semana de la llegada del Papa a Madrid).
En serio, esto me va a provocar un trauma y me va a afectar... más aún de lo que estoy... Avisados estáis.
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