viernes, 28 de octubre de 2011

Soy un buen muchacho

Aviso del futuro. Sí, me puedes imaginar como si fuera la chica de la lejía ya que esto que te voy a comentar lo he escrito después de terminar el desvarío. Me ha salido muy largo. Bien te lo puedes leer de golpe o bien lo puedes trocear. Yo que sé, puedes dejar un párrafo cuando estés calentando la comida, otro cuando vayas hacer caca, otro cuando estés en el metro o pon aquí un intervalo tonto de tiempo que no sabes que hacer. Aquí empieza mi desvarío:

Mi inspiración ha muerto o se ha ido de vacaciones. Me gusta pensar que la inspiración es un pequeño duende que vive dentro de mi cerebro, que ha metido sus pequeños calcetines, calzoncillos limpios y sus camisetitas dentro de una maleta, que ha salido de mi oreja derecha  y que con sus patitas ha empezado a correr, ha abierto la puerta de casa y la ha cerrado con un puertazo. O eso o que al pobre le ha dado un yuyu y no me extrañaría después de las últimas semanas. Por eso no he escrito nada desde hace mucho tiempo. Pido perdón a los cuatro gatos que me seguís. O los tres gatos, tal vez uno haya muerto de inanición, por haber sido envenenado o ahora como hace frío y los gatos callejeros se calientan en los motores de los coches, tal vez se haya quedado dormido y el conductor haya puesto en marcha el coche y el gato se ha quedado pegado al motor...Pero querido lector, no sientas lástima del gato. Es ficticio, sólo quería hacerte sentirte mal al pensar en un gatito inocente muerto.

Mi gran novedad es que he vuelto a coger los libros (para estudiar, no para limpiarlos). Mi vida es un poco... agotadora. Aunque después de un mes me he acostumbrado. De lunes a viernes salgo de casa a las 7:40 y vuelvo a las 21:40. 14 horitas fuera de casa. Si eres un ladrón, caco, chorizo o mangui (como ves mi léxico es amplio) estoy mintiendo, estoy todo el día en el sofá bebiendo cerveza y con una escopeta en la mano por si entras, puedo hacerte daño ¬ ¬.

Bueno, los viernes llego temprano a casa: 7 de la mañana del sábado. Pensaba que llevar mochila a esa hora sólo podía significar que era camello, con toda la drogaína dentro. No soy el único que está de acuerdo con esto. La policía también.

Para el que no me conozca soy un chico inocente, puro y virginal. Los que me conocen saben que esto es mentira. Pero el aquí presente tiene que aparentar una seriedad en los momentos puntuales. En el fondo soy buen muchacho (adoro esta frase, es lo que dicen las señoras mayores cuando se enteran que su vecino es un asesino psicópata sin escrúpulos). Pero yo lo soy de verdad. En fin, retomo el tema que hay veces que me parezco al abuelo Simpson y cambio radicalmente de conversación. He tenido varios encuentros con la policía, todos ellos malentendidos por supuesto. Aún no he estado en un calabozo y espero que nunca ocurra porque seguramente se coma mejor que al bar donde suelo ir a merendar. Mis momentos con ellos:

  • Hacer botellón en un parque y al ver a la policía salir a correr. Trincarme a unos cuantos y a mí y meternos en el coche para limpiar los restos de botellas.
  • En una fiesta de cotillón se nos coló la secreta para vigilar el percal. No pasó nada.
  • Ir a las fiestas de un pueblo y pararnos la Guardia Civil a examinar el coche. Uno de ellos insistía que el líquido de mi portalentillas era droga. Le expliqué que era y nos dejo ir.
  • Colarme en un colegio de noche para hacer guarrerías con una y al salir aparecer un coche de la Guardia Civil. Muy educados ellos porque estuvieron esperando a que terminásemos. En serios, muy majos. (Esto y la anterior ocurrieron el mismo día).
  • El del metro (ver desvarío).
  • El de la mochila. Que te explico a continuación:
Éste fue mi último encuentro con la policía, hace una semana. Los viernes mis compañeros de clase y yo nos liamos con cervezas. Entre jijis y jajás acabé borrachuzo. Eran las 6 y pico de la mañana y ya estaba a puntito de llegar a casa. Veo que un coche se pone a mi altura y empieza a seguir mi paso. Aquí llega el momento: "Me siento como una puta ya que un cliente quiere mis servicios y va despacito para decirme cochinadas". Como no escuchaba ningún piropo, miré de reojo hasta que giré la cabeza y vi que era la policia. Por alguna extraña sensación me entraron ganas de correr. No lo hice. Hago un inciso. ¿Tú también te pones nervioso cuando ves a la policía? ¿A ti también te pasa o me lo hago mirar? Bueno, se pararon y me dijeron:

Buenas noches (educación ante todo, valores que se han perdido últimamente)


Holaaaaa (tono campechano)


¿Qué lleva en la mochila?


Apuntes


¿Me la puede enseñar? (¿Por qué siempre la policía me está pidiendo guarradas?


Claro

La abro y le enseño la carpeta.

¿Y esa bolsa? Me empiezo a descojonar.



Es un taperware de cosas ricas. Al policía se le abren los ojos.



¿Podría abrirlo?


Claro. 


El taper eran los restos de arroz tres delicias y pollo con salsa picante (una delicatesen del negocio clandestino que está detrás de mi casa). Decepción en los ojos del policia.


Buenas noches. Puede seguir. Y yo esperando a que me pidiera la receta o por lo menos que me dijese si estaba rico. Educados sí, descataos también.



Comprendo que un chico con una mochila haciendo eses por la calle a las 6 de la mañana puede resultar sospechoso pero... policía, soy un buen muchacho. No tengo ningún trapi que ocultar. Tengo la sensación que me haya olvidado de algún encuentro más. La edad, se me olvidan las cosas.


Pues ya he acabado. Ahora voy a disfrazarme de chica de la lejía del futuro y voy a aparecerme al principio del desvarío.